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El velo de la mujer cristiana

El velo de la mujer cristiana

La historia de la iglesia primitiva da testimonio que las mujeres cristianas de entonces llevaban el velo. Tertuliano, un líder de la iglesia que vivió en los años 160–222 d.c. escribe que no sólo las mujeres casadas, sino también las vírgenes usaban el velo en las iglesias que fueron establecidas en la época apostólica. Otro líder cristiano de la antigüedad, Crisóstomo, testifica que en su época también todas lo llevaban. En las catacumbas [Un conjunto de pasillos y cuartos subterráneos debajo de Roma donde se escondían los cristianos durante tiempos de persecución.] se pueden ver muchos dibujos en las paredes hechos por los cristianos de los primeros siglos. En esos dibujos las mujeres tienen la cabeza cubierta con un velo.

El velo de la iglesia primitiva
otro velo de la iglesia primitiva
—Ejemplos del tipo de velo usado por las cristianas primitivas —

No sólo en los primeros siglos, sino a través de la historia muchas iglesias han enseñado y practicado que la mujer debe cubrirse. Pero en estos tiempos modernos casi todas las iglesias han desechado este mandamiento junto con muchas otras enseñanzas bíblicas.
¿Ha cambiado Dios su palabra? ¿Acaso tienen razón los que no practican este mandamiento bíblico en sus congregaciones?
Consideremos lo que dice la Biblia, citando de 1 Corintios 11.2–16:
«(2) Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué. (3) Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. (4) Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. (5) Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. (6) Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. (7) Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. (8) Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, (9) y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. (10) Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. (11) Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; (12) porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios. (13) Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? (14) La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? (15) Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. (16) Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.»

El orden de autoridad

(versículo 3)

Dios ama el orden.1 Por esto ha establecido el orden que debemos seguir en la iglesia. Cuando nosotros nos salimos de este orden nos rebelamos contra él. A partir de ese momento Dios nos quita el derecho de llamarnos cristianos.2
Recuerde que 1 Corintios 11 trata con el orden de autoridad en la iglesia. Cristo, como cabeza de la iglesia, es cabeza de todos los miembros, tanto del varón como de la mujer. Gálatas 3.28 dice: «No hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». En cuanto a la salvación y los privilegios en Cristo no existe diferencia entre el hombre y la mujer. Son iguales.
Pero en cuanto a la administración en la iglesia, Cristo la dirige por medio de los varones llenos del Espíritu Santo (1 Timoteo 2.11–12). Por esta razón en 1 Corintios 11.3 se habla del orden administrativo diciendo: «Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer». Ahora completamos el dibujo de esta manera:
En la administración de la iglesia la mujer cristiana se sujeta al hombre.5 Ella debe obedecer a los pastores y sujetarse a la voz de todos los hombres en la iglesia. Esta sujeción no significa una sujeción de esclavitud ni de explotación. Tampoco indica que la mujer es de menos importancia que el varón. Esto se relaciona solamente con la función administrativa de la mujer dentro de la iglesia y no tiene que ver con su valor e importancia dentro de la congregación. «Reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor» (1 Corintios 14.37). Obedecer a Dios trae orden y armonía.
La mujer cristiana sí tiene un ministerio que cumplir. Ella también tiene dones espirituales que ejercer en el reino de Dios. En la iglesia primitiva vemos que muchas mujeres ejercían sus dones ayudando grandemente en la obra.6 Pero siempre lo hacían según este orden bíblico, no participando en la administración de la iglesia. Las mujeres no ejercían autoridad sobre los hombres.
Aunque Dios ha puesto una distinción clara entre el hombre y la mujer, los dos se necesitan el uno al otro. Los versículos 11–12 ilustran perfectamente esta interdependencia. La primera mujer fue creada de una costilla del primer hombre. Pero ahora cada hombre nace de una mujer. El hombre y la mujer dependen el uno del otro. Las mujeres necesitan de los hombres en cuanto a sus cualidades de fuerza y liderazgo. Los hombres necesitan de las mujeres a causa de su gentileza y virtud. Sin embargo, como dice la última frase del versículo 12, «todo procede de Dios». ¡Qué ilustración más perfecta de armonía e intercambio!
Sabemos que el plan de Dios es perfecto. Encontramos la mayor felicidad y utilidad en nuestro servicio cristiano si todos nos sujetamos a su voluntad y funcionamos en el lugar donde él nos pone. Pero cuando desobedecemos su voluntad nos convertimos en rebeldes.

El símbolo de autoridad

(versículos 4–7)

Habiendo enseñado el orden de autoridad en la iglesia cristiana el apóstol Pablo prosigue a enseñar con el uso de un símbolo para representar este orden.
En el Nuevo Testamento Dios ha establecido varios símbolos que tienen significados espirituales, tales como el bautismo y la santa cena. Cada uno simboliza una parte de la vida cristiana. Estos símbolos no tienen valor a menos que vayan acompañados de la experiencia espiritual que simbolizan.
En las funciones espirituales de orar (comunicarse con Dios) y profetizar (comunicarse con las personas acerca de Dios), el varón no debe cubrirse la cabeza. Cristo, siendo la cabeza (o autoridad) del hombre, es invisible. La cabeza descubierta del hombre simboliza la autoridad que Dios le ha dado sobre todas las cosas visibles. Cuando el hombre ejerce esta autoridad de forma apropiada glorifica al Creador. De esta manera su cabeza descubierta refleja la gloria de Cristo.
Si el hombre cristiano se cubre su cabeza con algún cubrimiento que tenga una apariencia religiosa entonces estaría declarando que él no desea ejercer la autoridad dada por Dios. De esa manera él estaría afrentando (deshonrando) a Cristo. La cabeza descubierta y el cabello bien cortado declaran que el hombre cristiano es varonil y que está dispuesto a aceptar sus responsabilidades en la iglesia.
La mujer que ora y profetiza debe reconocer la autoridad del hombre al cubrirse la cabeza con un velo. Dios formó a la mujer del hombre y para el hombre.7 Cuando la mujer cubre su cabeza muestra que se sujeta al hombre y que está en armonía con el plan de Dios para ella. Esto le da a ella autoridad para orar y profetizar. Pero como ya hemos visto, su derecho de profetizar no incluye enseñar a los hombres ni ejercer autoridad en la congregación (1 Timoteo 2.11–12; 1 Corintios 14.34–35).
La mujer cristiana que se quita o no se pone el velo como cubrimiento cristiano y mandamiento de Dios declara abiertamente que no quiere sujetarse a su cabeza (el hombre) ni aceptar el plan de Dios para ella. Ella demuestra que desea ejercer dominio sobre el hombre y de esta manera rechaza el lugar que Dios le ha dado. Lo cierto es que esto constituye una rebelión contra Dios, porque Dios es quien le ha dado al hombre la autoridad sobre ella. Es por ello que para la mujer rebelde que no quiera arrepentirse le corresponde completar su vergüenza, cortándose el cabello o rapándose completamente.

Tres evidencias para el velo como cubrimiento cristiano

(versículos 8–15)

En el versículo 3 el apóstol Pablo establece la base fundamental para su argumento. Luego en los versículos 4–7 enseña que esa base exige que la mujer cubra su cabeza, pero que el hombre la descubra. Ahora el apóstol apela a tres evidencias que comprueban su argumento:
1. La evidencia de la creación (vv. 8–9). La enseñanza de este mandamiento bíblico tiene sus raíces desde el mismo acto de la creación. Dios creó al hombre y a la mujer con propósitos distintos, para que cumplieran papeles distintos.8 Por esto creó a Adán primero y le encargó que tuviera señorío sobre toda la creación.9 Luego dijo Dios: «Le haré ayuda idónea para él» (Génesis 2.18). Entonces Dios tomó una de las costillas del hombre y con ella creó a la mujer. «Por lo cual», dice la Biblia, «la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza» (1 Corintios 11.10).
¡Qué vergonzoso es cuando esta distinción entre el hombre y la mujer se confunde! Hoy en día muchas mujeres se visten como los hombres, no se cubren, y se cortan el cabello. Muchas de ellas tienen las mismas responsabilidades que los hombres en el hogar, el trabajo, la política, y la sociedad. De la misma manera existen hombres que, debido a la moda y a la flaqueza de su carácter, se dejan crecer el cabello y se embellecen usando ropa, joyas, y perfumes que sugieren un toque femenino. Muchos de estos hombres no ejecutan sus responsabilidades de ser líderes en lo moral y lo espiritual. Tales hombres afrentan (o deshonran) a Dios, el Creador.10
2. La evidencia de los ángeles (v. 10). Aun estos seres creados por Dios para cuidar y servir a sus hijos11 toman en cuenta la sujeción de la mujer cristiana. Ellos mismos se sujetan a Dios. De otra manera, perderían su lugar en el cielo.12 Los ángeles de Dios se complacen en la sujeción gozosa de la mujer cristiana, que se manifiesta por medio de su obediencia al cubrirse con un velo. Cuando la mujer lleva esta señal de autoridad, goza de la presencia y la protección de los ángeles.
3. La evidencia de la naturaleza (vv. 13–15). De acuerdo a la importancia de esta evidencia nosotros podemos ver la necesidad del velo. Apelando a la conciencia del lector, el apóstol Pablo hace esta pregunta: «¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?» Por supuesto que no. Aquí en estos versículos se nos instruye que la naturaleza misma nos enseña que Dios le ha dado a la mujer un cubrimiento natural y honroso, su cabello largo. Y al hombre le ha hecho saber que su cabello tiene que cortarse porque el cabello largo le es deshonroso. Destruye su masculinidad y autoridad.
Entonces, ¿qué más se necesita para convencer a toda mujer cristiana que es necesario usar el velo como un cubrimiento? La creación lo apoya, los ángeles lo aprueban, y la naturaleza lo enseña. ¿Qué más se necesita?
Con todo, Pablo dice que si alguno quiere contender sobre esta enseñanza la costumbre de las iglesias apostólicas la apoya también. No tenían la costumbre de dejar que las mujeres anduvieran sin el velo.

Preguntas comunes acerca del velo

1. ¿Quiénes deben usar el velo? ¿Acaso es sólo para las mujeres casadas o es también para todas las hermanas?

Del contexto de este capítulo podemos notar que esta enseñanza es concerniente a la mujer en su relación con la iglesia. Es por eso que toda mujer cristiana debe cubrirse, sea casada o soltera. Aquí no se refiere solamente a la mujer casada, pues dice: «el varón» y «la mujer». No dice: «el marido» y «la esposa». Tertuliano (160–222 d.c.) escribe: «Te ruego, seas tú madre, o hermana, o hija virgen, cubre tu cabeza».

2. ¿Cuándo es que la mujer se debe cubrir? ¿En los cultos solamente? ¿cuando ora o profetiza? ¿o todo el día?

Recuerde que el propósito del velo es representar la sujeción de la mujer cristiana a su cabeza. Ya que esa relación entre el hombre y la mujer no cambia, a ella le conviene llevar el velo todo el tiempo. Además, su relación con Dios también es constante. La mujer cristiana debe estar dispuesta a orar a Dios y testificar de él en todo tiempo.13 Al llevar puesto el velo ella siempre goza del privilegio de participar en esas actividades espirituales en todo momento. Si ella estuviera en rebelión contra Dios en cuanto a esta doctrina bíblica, aunque sea por una hora, entonces perdería ese privilegio.

Leamos el testimonio de dos líderes de la iglesia primitiva:

¿Qué hará la mujer cristiana si descuidara esta ordenanza? ¿Callará la oración espontánea de agradecimiento? ¿Se enfrentará a la tentación sin el arma de la oración? ¿Dejará de cumplir con su Señor, privando a un alma necesitada de un testimonio? ¿Desafiará al Señor y menospreciará su mandato, orando y testificando sin el velo? ¿Deshonrará a su Señor o usará el velo durante todo el día para así encontrarse todo el tiempo en comunión con su Dios, dispuesta para testificar?
—Crisóstomo (344–407 d.c.)
Pero amonestamos a las mujeres que no dejen esta disciplina del velo ni por un momento, ni siquiera por una hora.
—Tertuliano (160–222 d.c.)
Además, el velo debe llevarse todo el tiempo por causa de los ángeles. La mujer cristiana necesita de su presencia y protección continuamente; no sabe en qué momento se acercará cualquier peligro o amenaza.
En conclusión, el ejemplo del cabello también enseña que la mujer cristiana debe llevar el velo en todo momento. El cabello no puede ser quitado y puesto a voluntad, por ejemplo, sólo para los cultos. Si el cabello fuera el cubrimiento al que Pablo se refiere en los versículos 3–7 entonces todos los hombres debieran ser calvos. Pablo escribe: «Si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello» (v. 6). Esto quiere decir que o bien está cortado el cabello o no se corta. Si estuviera cortado, que no se ponga el velo. Mientras no esté cortado, que se cubra en todo momento.

3. ¿Qué clase de velo se debe usar? ¿Acaso la mujer cristiana puede escoger cualquier pañuelo para cubrirse?

La Biblia no enseña alguna forma o algún patrón específico para el velo. Pero pensando en el significado espiritual que tiene el mismo concluimos que no debe ser un sombrero, una gorra, o un pañuelo cualquiera como se usan en el mundo. De esa manera perdería su significado; no sería entonces una «señal de autoridad». El velo de la mujer cristiana debe ser distinto a cualquier otro cubrimiento.
El peinado, el vestido, y el comportamiento de la mujer cristiana deben concordar con el uso de su velo. Los peinados ostentosos, la ropa inmodesta, o la conducta desvergonzada destruyen lo que el velo representa.14 Para que el uso del velo sea de provecho para la mujer cristiana, la iglesia, y la sociedad, tiene que acompañarse de modestia, pudor, y decoro cristiano. De esa manera se convierte en un testimonio poderoso del plan de Dios para la humanidad. Sin embargo, cuando el velo es llevado por una mujer de mal carácter se convierte entonces en una vergüenza al nombre de Dios. El velo no puede cambiar el corazón de la mujer.

4. ¿Acaso no será el cabello el velo?

Muchos han rechazado el velo, diciendo: «El apóstol dice en el versículo 15 que el cabello es el velo. Entonces no se necesita otro cubrimiento.»
Si usted lee los versículos 4–7 cuidadosamente notará que Pablo habla de dos cosas distintas, el cabello y el velo. «Si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello» (v. 6). ¿Acaso usaría la palabra «también» si hablara sólo de una cosa? Si en este caso el cabello fuera el velo, cuando ella se descubre ya no tendría cabello para cortar. También notamos que el velo que se menciona en estos versículos es algo que se puede poner y quitar, lo cual no se puede hacer con el cabello.
Ya notamos que el apóstol usó el ejemplo del cabello (el velo natural que Dios le ha dado a toda mujer) para comprobar la necesidad del uso de otro velo (un símbolo de lo espiritual y un cubrimiento para el cabello). Es triste ver que lo que él dijo para apoyar esta ordenanza haya sido torcido por algunos para destruir la misma.15
Además, en el idioma original que fue escrito el Nuevo Testamento, en griego, este pasaje emplea dos palabras distintas. La primera se usa en los versículos 5–6 y la otra en el versículo 15. La primera (katakalupto), que se traduce como cubrirse, quiere decir «cubrirse plenamente, velar, esconder». Esta palabra se refiere al velo artificial que simboliza la sumisión de la mujer y se manifiesta cuando ella cubre el velo natural, el cabello. Y la otra palabra (peribolaion), que se traduce velo en el versículo 15, se refiere al velo natural que Dios le ha dado a toda mujer. Si el velo del versículo 15 fuera el mismo velo de los versículos 5–6, ¿no se usaría una sola palabra en vez de dos? ¿No queda claro que se refiere a dos cubrimientos, uno simbólico y el otro natural? Claro que sí.

5. ¿Qué autoridad tiene este pasaje bíblico?

Otros que no aceptan la enseñanza de este pasaje tuercen también el versículo 16 que dice: «Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios». Estos «indoctos e inconstantes» piensan que lo que Pablo dice aquí es que si alguno no quiere recibir esta doctrina, está bien, no hay problema. Ellos dan a entender que la misma no se practicaba en ninguna de las iglesias de Dios. Algunos hasta se atreven a decir que no es obligatorio, sino que es algo que pertenece a la opción de cada persona.
Pero, ¿cómo es que podemos hablar así de la santa palabra de nuestro Dios? ¿Acaso habla Dios en vano? Él no hubiera inspirado a Pablo a escribir las instrucciones de la primera parte del capítulo para luego desecharlas en el versículo 16. Dios no se contradice.
Lo que quiere decir este versículo es esto: «Si alguno quiere oponerse a esta ordenanza, sepa que las iglesias de Dios no tienen tal costumbre de que las mujeres anden sin velo.» Sí, este pasaje tiene la autoridad divina. Lea otra vez los primeros dos versículos de este capítulo. Además, no olvide lo que aparece en 1 Corintios 14.37–38.

6. ¿No será acaso que este pasaje es tan sólo para los corintios?

Otros dicen que este capítulo fue algo escrito sólo para las mujeres de aquella época en la cultura de Corinto y que ya no tiene vigencia. ¿Acaso ellos podrían decir lo mismo de la última parte del capítulo que habla de la santa cena? Además, al comenzar esta epístola Pablo la dirigió «a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (1 Corintios 1.2). Esto incluye a todos los creyentes de toda época y de toda cultura. Es por eso que Pablo advirtió en la misma carta: «Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor» (1 Corintios 14.37). Recordemos que «toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil … a fin de que el hombre de Dios sea perfecto» (2 Timoteo 3.16–17).
Notemos también que todas las evidencias citadas por Pablo que apoyan el uso del velo (vv. 8–16) son cosas que tocan igualmente a las mujeres de cualquier época y cualquier cultura: la creación, los ángeles, y la naturaleza. Son cosas que no cambian, no importa el siglo ni el lugar.

7. ¿Qué será de los que no practican esta ordenanza?

Algunos tratan de justificarse, diciendo: «Pero hay tantas iglesias que no requieren el velo, y ellos son buenos cristianos». Otra vez, escuchemos la palabra de Dios. ¿Quién es un «buen cristiano»?
«El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama. El que me ama, mi palabra guardará. El que no me ama, no guarda mis palabras» (Juan 14.21, 23–24).
«El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él» (1 Juan 2.4–5).
Nunca podemos justificarnos de nuestra desobediencia por la desobediencia de otros, ni aun por los así llamados cristianos. El medirse a sí mismo comparándose con otros no es juicioso.16 Puede ser que algunos no practican esta ordenanza por falta de instrucción o falta de entendimiento. Pero a los que niegan y rechazan la sana doctrina de Dios, la Biblia misma les juzga.
«Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra…. Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros» (2 Tesalonicenses 2.15; 3.6).
—Felipe Danner
Lista de citas bíblicas

  • 1. 1 Corintios 14.33, 40
  • 2. Mateo 7.21; 1 Juan 5.3
  • 3. Filipenses 2.5–8
  • 4. Efesios 5.23–24
  • 5. 1 Timoteo 2.11–15; 1 Corintios 14.34–38
  • 6. Hechos 9.36–42; 21.9; Marcos 14.3–9; Romanos 16.1–6, 12; Filipenses 4.3; 1 Timoteo 2.15; 5.10, 14; Tito 2.35
  • 7. Génesis 2.18–24
  • 8. Génesis 1.26; 2.15; 2.18
  • 9. Génesis 1.28
  • 10. Deuteronomio 22.5
  • 11. Hebreos 1.14
  • 12. Judas 6
  • 13. 1 Tesalonicenses 5.17; 1 Pedro 3.15
  • 14. 1 Timoteo 2.9–10; 1 Pedro 3.1–6
  • 15. 2 Pedro 3.15–18
  • 16. 2 Corintios 10.12
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    Decisiones y más decisiones


    Era un día muy soleado. La brisa que entraba por la ventana hizo más tolerable el día caluroso. Pero pronto aparecieron nubes oscuras, y la brisa cambió en un viento fuerte. Dentro de poco caía un aguacero con rayos y fuertes truenos. La pequeña Berta se escondió debajo de la cama, temblando de miedo.

    —¿Dónde estás, Berta? —la llamó su mamá.
    Tras oír unos sollozos, la mamá la encontró debajo de la cama. Con un abrazo cariñoso, la sentó en el regazo y le dijo:

    —Nuestro Padre celestial tiene todas las cosas a su cuidado y no tenemos que temer. En los días de Jesús, los discípulos también le tuvieron miedo a una tempestad en el mar. Jesús les dijo que no temieran. La Biblia nos dice que él reprendió los vientos, y el mar se calmó.
    —¡No, mi amor! ¡Por favor, no! No juegues afuera. Te vas a ensuciar y acabo de ponerte ropa limpia —dijo su mamá.
    Pero el niño no quería hacer caso, y luego intentó de nuevo salir cuando creyó que la mamá no lo estaba viendo.
    —¡No! ¡Yo te dije que no salieras! —Le gritó la mamá—. Afuera hay una vaca brava que te puede embestir.
    Aquí tenemos dos ejemplos de madres que enfrentaron situaciones en las  cuales tuvieron que tomar una decisión. En el primer caso, la madre tomó una buena decisión e hizo lo correcto. En el segundo caso, la madre tomó una mala decisión, la de mentirle a su hijo para que le obedeciera.
    ¡Decisiones y más decisiones! Nosotras, como madres, nos enfrentamos con muchas decisiones cada día. Algunas parecen tan insignificantes que poco pensamos cuando las tomamos. Pero, aunque hay algunas de poca importancia, otras traen consigo graves consecuencias. Es muy fácil tomar una decisión sin pensar en las consecuencias, y es por eso que debemos tener el cuidado necesario para tomar decisiones correctas.
    Aunque el esposo es la cabeza del hogar, la esposa pasa mucho más tiempo con los niños. Es por eso que tenemos mucho que ver con el desarrollo del carácter de nuestros hijos. Las decisiones diarias que nosotras tomamos influyen mucho en el carácter de nuestros hijos.
    ¿Cuáles son las virtudes que debemos desarrollar en el carácter de los hijos? Primero, queremos que los hijos aprendan a confiar en Dios por sus necesidades, que aprendan a estar contentos, que guarden su lengua de malas palabras, que sean respetuosos, y que aprendan a ser honrados.
    Veamos algunas decisiones que enfrentamos en la vida diaria.
    Querida madre, ¿qué haces tú cuando tu hija quiere un vestido nuevo solamente porque su amiga tiene uno nuevo? ¿Crees que debes dárselo? Esto, más bien, te da una buena oportunidad para enseñarle a tu hija la importancia de ser agradecida y estar contenta con lo que tiene en vez de desear lo que otro tiene. Ayúdale a sentir gozo por el vestido de su amiga sin que ella tenga que recibir uno. La Biblia nos dice así: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (Timoteo 6:8). Como madre, tú tienes que tomar una decisión en tal caso.
    Madre, ¿qué haces cuando tu hijo dice malas palabras? Quizá lo más fácil y rápido sería darle una bofetada y gritarle que así no se habla. Sin embargo, puedes tomar la decisión de aprovechar la oportunidad para mostrarle con la Biblia el mal que está haciendo.
    En Efesios 4:29 nos dice: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la quesea buena”. Puedes enseñarle que nuestro hablar debe ser agradable a Dios. ¿Hablaría él de esa manera si Dios estuviera presente en cuerpo? ¡Por supuesto que no! Pero la realidad del caso es que Dios está presente, y a él no le agradan las malas palabras. Tú tienes que decidir cómo tratar este caso con tu hijo.
    Cuales tuvieron que tomar una decisión. En el primer caso, la madre tomó una buena decisión e hizo lo correcto. En el segundo caso, la madre tomó una mala decisión, la de mentirle a su hijo para que le obedeciera.
    ¡Decisiones y más decisiones! Nosotras, como madres, nos enfrentamos con muchas decisiones cada día. Algunas parecen tan insignificantes que poco pensamos cuando las tomamos. Pero, aunque hay algunas de poca importancia, otras traen consigo graves consecuencias. Es muy fácil tomar una decisión sin pensar en las consecuencias, y es por eso que debemos tener el cuidado necesario para tomar decisiones correctas.
    Aunque el esposo es la cabeza del hogar, la esposa pasa mucho más tiempo con los niños. Es por eso que tenemos mucho que ver con el desarrollo del carácter de nuestros hijos. Las decisiones diarias que nosotras tomamos influyen mucho en el carácter de nuestros hijos.
    ¿Cuáles son las virtudes que debemos desarrollar en el carácter de los hijos? Primero, queremos que los hijos aprendan a confiar en Dios por sus necesidades, que aprendan a estar contentos, que guarden su lengua de malas palabras, que sean respetuosos, y que aprendan a ser honrados.
    Veamos algunas decisiones que enfrentamos en la vida diaria.
    Querida madre, ¿qué haces tú cuando tu hija quiere un vestido nuevo solamente porque su amiga tiene uno nuevo? ¿Crees que debes dárselo? Esto, más bien, te da una buena oportunidad para enseñarle a tu hija la importancia de ser agradecida y estar contenta con lo que tiene en vez de desear lo que otro tiene. Ayúdale a sentir gozo por el vestido de su amiga sin que ella tenga que recibir uno. La Biblia nos dice así: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”(Timoteo 6:8). Como madre, tú tienes que tomar una decisión en tal caso.
    Madre, ¿qué haces cuando tu hijo dice malas palabras? Quizá lo más fácil y rápido sería darle una bofetada y gritarle que así no se habla. Sin embargo, puedes tomar la decisión de aprovechar la oportunidad para mostrarle con la Biblia el mal que está haciendo. En Efesios 4:29 nos dice: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la quesea buena”. Puedes enseñarle que nuestro hablar debe ser agradable a Dios. ¿Hablaría él de esa manera si Dios estuviera presente en cuerpo? ¡Por supuesto que no! Pero la realidad del caso es que Dios está presente, y a él no le agradan las malas palabras. Tú tienes que decidir cómo tratar este caso con tu hijo.
    Madre, ¿qué haces cuando tu hijo llega de la escuela, quejándose del profesor porque le mandó tarea a la casa? ¿Apoyas a tu hijo y hablas mal del profesor? O ¿decides tomar la ocasión como una oportunidad para enseñarle a tu hijo la importancia de respetar y obedecer a su profesor? Tú tienes que decidir qué es lo que vas a hacer en tal caso.
    Madre, ¿qué haces cuando tu hijo quiere salir a jugar durante un día lluvioso y tú no quieres que salga a ensuciarse? ¿Le dices que afuera hay una vaca brava para que le dé miedo y no salga? Eso pueda ser más fácil que tratar de controlar al hijo o tratar de complacerlo con otra cosa. Pero ¿qué estás sembrando en tu hijo cuando usas la mentira para controlarlo? Con mentirle le estás enseñando que tú eres mentirosa y que él no podrá confiar en ti. Tú tienes que tomar la decisión.
    Sí, madre, hay tantas decisiones que tienes que tomar. Día tras día, tus decisiones van formando el carácter de tu hijo y, por lo tanto, tienes que considerarlas bien. Las decisiones que tomas son de mucha importancia.
    Madre, aun en tu ejemplo tomas decisiones cada día. Y con esto les enseñas mucho a tus hijos. ¿Aprenderá el niño a confiar en Dios si tú eres temerosa y afanada? ¿Llegará a vivir contento con lo que tiene si tú siempre te quejas por las circunstancias? ¿Aprenderá tu hijo a respetar las autoridades si tú hablas mal de los pastores de tu iglesia, de los profesores de la escuela, o de otras personas en autoridad? ¿Llegará tu hijo a ser honrado si tú le mientes o lo engañas ?
    Querida madre, quiero animarte a tomar unos momentos para pensar en las decisiones que estás tomando a diario. Pídele a Dios dirección y ayuda para tomar esas decisiones de manera sabia.
    Yo, que ya soy una ancianita, muchas veces he deseado poder volver atrás y cambiar algunas de las decisiones que yo tomé en el pasado. Pero no puedo. Es imposible. Por eso quiero animarte a tomar las decisiones que enfrentas a la luz de la Palabra de Dios y en vista de lo que quieres desarrollar en tus hijos. Así las decisiones podrán ser más agradables para Dios, y los resultados más agradables para ti y para tu familia. Las decisiones bien tomadas serán para el bien de tu familia, tu iglesia, y tu comunidad.


    —Una abuela Miriam viuda de Kemp

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    Administra tu hogar con amor


    No dejes que la rutina y tu papel de madre y ama de casa acaben con la pasión de tu relación. Desde pequeñas se nos dice ¨ tu obligación es limpiar la casa ¨, así que cuando tenemos la oportunidad de hacer travesurillas, lo vemos cada vez más lejano porque la rutina del hogar se nos viene encima y nos desmotiva en tal forma, que hasta la relación de pareja se desequilibra.

    Aunque el ama de casa interpreta el papel protagónico en el hogar, no quiere decir que sea una esclava de la limpieza por el resto de su vida, ¡ya basta!, es hora de que goces a tu pareja, en especial en este mes lleno de amor y pasión.

    Si tienes la ocasión de estar a solas con tu pareja porque tus hijos salieron de campamento por el día del amor y la amistad, conviértete en una estratega y organiza unos días fenomenales llenos de romance para que disfrutes intensamente, sin descuidar tus responsabilidades de esposa, madre y mujer.
    Adiós niños
    Lo primero que tienes que hacer es asegurarte que los niños estén seguros y que nos les falte nada. Luego, inicia la diversión, con creatividad e ingenio para que tu permanencia en casa con tu pareja se inolvidable y se convierta en un buen momento de compartir, de afianzar tu deseo de seguir a su lado por toda una vida, de revivir una luna de miel, pero con la limitante de que no podrás irte de viaje pues la vida en casa continúa, pero eso si, estarás sin los niños y eso te dará un poco de mayor libertad.
    Organiza las actividades rutinarias del hogar con anterioridad, realiza la limpieza de la casa a fondo antes de que se vayan los niños y luego puedes retocar sólo para mantenerla fresca.
    Las cortinas, lámparas y alfombras pueden esperar unos días más, no tienes por qué escoger precisamente esos días para luego quedar extenuada y acabar con la diversión, así que organiza tus menús en la cocina, de preferencia platillos sencillos o congelados que te darán más tiempo para ti y tu pareja.
    No pierdas tiempo
    El arroz cocido se congela perfectamente, la pasta igual; si compras carne fresca puedes prepararla tipo albóndigas, hamburguesas o también congelarlas, una buena opción son las croquetas de arroz, de pescado o de pollo, pero recuerda que una noche anterior o unas horas antes necesitas sacar los alimentos del freezer.
    Complementa tus comidas con algo sencillo como milanesas, filetes de pescado, una sabrosa ensalada o fruta. Además, dos tórtolos enamorados no comen lo que come un batallón de niños llegados de un partido de fútbol.
    Si los dos trabajan durante el día, traten de robarse un espacio de tiempo para hacer los pagos para que al final de la jornada te dediques por completo a tu pareja. Planifica con tiempo tus compras, idas a la tintorería y panadería, porque no es muy romántico estar de compras con tu esposo en lugar de estar haciendo cosas más entretenidas.
    Sorpréndelo sin salir de casa
    Tienes que ser muy ingeniosa y elabora algo muy íntimo como un masaje con aceites esenciales, que ambos disfrutarán al máximo, porque no escucharás ¨mami, mami ¨. Estos días pueden ser una segunda luna de miel, además son ideales para olvidarte del stress.
    Sorpréndelo con una velada sencilla pero con mucho encanto, rompe con la rutina, usa tu imaginación, comienza con su postre favorito y realcen las cosas lindas que tienen en común como pareja, pues cuando se es mamá tiempo completo y con el ajetreo que se vive, se van perdiendo esos detalles y momentos que alegran la vida.
    También puedes aromatizar el hogar con esencia de rosas, decorar con flores, prender velas, poner música suave y sobre todo recuperar el tiempo que inviertes en tu hogar, ya que tú eres mujer y necesitas amor.

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    Ser Mujer es todo un compromiso


    La mayoría de las mujeres que han tenido la fortuna de ser madres suelen desear siempre para su familia lo mejor: que sea feliz, que siempre esté unida, que tenga salud, educación… En pocas palabras, podemos decir que una madre se realiza a través de su familia.

    Para que una madre pueda transmitir a sus hijos los hábitos que ella quiere dejarles, debe ser ejemplo vivo de estos. Si una madre se encuentra bien, alegre, feliz con su vida, con su trabajo, con sus responsabilidades, creencias e ideales, eso es todo lo que va a transmitir a sus hijos.

    Pero si por el contrario, se siente vacía, sin ganas de nada, si no tiene creencias que la estimulen a vivir plenamente su condición de esposa y madre, lo que sus hijos van a percibir de ella es sólo conformismo y superficialidad, en una palabra, infelicidad.
    Activa y desactivada
    Ana es una mujer que suele estar todo el día ocupada. Un día típico de Ana sería el siguiente:
    Por la mañana clase de gimnasia; de ahí al salón de belleza; más tarde a realizar el pedido del sofá que va a comprar. A la hora de la comida, a comer todos rápidamente, pues hay que ir a dejar a los niños a sus clases de natación, pintura y francés (en las cuales se pasan toda la tarde). Mientras los niños toman sus clases, Ana se va al cine con sus amigas. Y por la noche, no falta la reunión de ex-alumnas de la secundaria, de la cual es organizadora, o la de la Universidad…
    Como Ana, la mujer “activista” es la que siempre está metida en mil quehaceres. Se preocupa por lo externo y no llega a descubrir la riqueza del interior. Tiene tiempo para todo, menos para enriquecer su espíritu. La podemos resumir como la mujer que “se pasa la vida juntando material y nunca construyó nada”, o que “fabrica botecitos de perfume y nunca los llena”. Al final se quedó vacía y no dejó nada.
    La mujer “trabajadora”
    Isabel en cambio, tiene un día completamente diferente. Se levanta muy temprano y atiende tranquila y alegremente a su familia. Durante la mañana, va a una conferencia sobre la adolescencia, da clases de ortografía en una escuela de escasos recursos, y asiste a un taller de redacción.
    La hora de la comida la comparte junta toda la familia. Aunque dos veces por semana, Miguel (el hijo mayor) come antes acompañado de Isabel, pues acaba de entrar a la universidad y tiene clases por la tarde.
    Como Ana, ella también se levanta temprano para ir a su clase de gimnasia, y también va regularmente a arreglarse el cabello. Pero Isabel en cambio, no hace que su vida gire en torno a estas dos actividades, sino que busca algo más para llenar su existencia.
    Isabel es una mujer “trabajadora” tiene todo su tiempo ocupado en actividades que le dejan satisfacción personal. Atiende a su familia con alegría, cultiva su intelecto, realiza acción social, y es profesionista. Se da tiempo para todo, pues no lo pierde en cosas que no le dejen algo positivo.
    Tiempo de comprometerse
    Conociendo los tres tipo de mujeres, sólo cabe preguntarnos, ¿qué tipo de mujer soy? ¿Tal vez un poco “activista”, algo “pasatiempo” y no lo suficientemente “trabajadora” como podría serlo? ¿Cuál me gustaría ser? Hoy es momento perfecto para definir y comprometerse con uno mismo. Empezar a darse a los demás, de hacer algo por los hijos; algo que se quede, que no pase de moda o se acabe con el uso, sino algo que ellos puedan decir mas tarde “Mi mamá me enseñó a ser así”, o “Yo aprendí esto otro porque en mi casa siempre vi a mi mamá hacer lo mismo”.
    Para realizar con éxito ese compromiso que una madre tiene para con sus hijos, es importante que uno llegue a conocerse a fondo. Poniendo en orden estas ideas, queda claro qué es lo que quiero en la vida, hacia dónde voy, qué fruto quiero cosechar, qué legado quiero dejar a las personas que más amo, y solo así se puede dar un auténtico crecimiento personal.
    Ser ejemplo: La mejor arma
    ¿Qué vamos a sembrar en nuestra familia? ¿Educación, ejemplo de trabajo, de fortaleza, de entusiasmo y de entereza? ¿O mediocridad, egoísmo, falta de principios, conformismo y superficialidad? Si bien es cierto que “cada uno es el arquitecto de su propio destino”, parece ser que en las madres está el proveer a sus hijos de los materiales adecuados.
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    Nuevas formas de amor


    A veces las esposas sienten que son invisibles, les parece que sus esfuerzos no se aprecian. Al darse cuenta de esto, mi esposo me envió una «Nota de agradecimiento de por vida» por nuestro vigésimo aniversario.

    Me agradecía de manera muy específica todas las cosas, que yo pensaba que él daba por sentado, como lavar la ropa, cambiar las sábanas, ir al mercado, sacar la basura. Describía tareas rutinarias que yo pensaba que él daba por sentadas. Me agradecía por cuidarlo con cariño durante dos décadas.

    —Cuando estoy pasando un tiempo difícil en el trabajo, mi esposa me envía tarjetas a la oficina. A veces incluye caricaturas divertidas. El mensaje es el mismo: «Creo en ti. ¡Ten paciencia! Te amo. Gracias por trabajar duro para cuidar de nuestra familia». Su amabilidad ilumina mi día entero.
    —Los cónyuges quizá sean animadores o aguafiestas de sueños. Yo soñaba llegar a ser un escritor independiente. Mi esposa no solo me animó en mi sueño sino que mecanografiaba mis manuscritos y trabajaba para complementar nuestro ingreso durante los años de escasez. Ahora mantengo a mi familia como escritor profesional porque mi esposa creyó en mi sueño y caminó a mi lado para hacerlo realidad.
    —Tanto mi esposa como yo trabajamos duro y llevamos vidas llenas de estrés. Nuestros agitados horarios causan muchos conflictos en el calendario familiar. Para aliviar un poco el estrés, los dos hemos separado algunos «días para consentirnos». Los días para consentir a mi esposa vamos a cenar a algún restaurante o le sirvo el desayuno en la cama. Los días para consentirme son el Año Nuevo y el domingo del partido final del campeonato anual de fútbol. Me acuesto en el sofá y veo el juego mientras ella me sirve mis aperitivos preferidos. Estos son los mejores días de todo el año.
    —Cuando me ascendieron a un puesto de alta gerencia, mi esposa le pidió a otros líderes que me escribieran cartas de consejo y apoyo. Recogió esas cartas y me las dio justo antes de que asumiera el nuevo puesto. Su solicitud me dio el ánimo y las palabras de sabiduría que necesitaba. Aprecio esas cartas y sé que puedo comunicarme con estos líderes para pedirles consejo cuando sea necesario.
    —La clave de nuestro matrimonio duradero ha sido sencilla y económica. Cada noche, después de la cena, sacábamos a pasear el perro cada noche porque vivíamos en un apartamento pequeño.
    Cuando tuvimos bebés, me gustaba salir de la casa, llevar el bebé en un cochecito y escuchar a mi esposo hablar sobre cómo había pasado su día. Cuando tuvimos hijo mayores y adolescentes, sacar el perro a pasear nos daba el tiempo que necesitábamos para discutir asuntos que involucraban a nuestros hijos. Ahora que ya estamos en la época de la vida en que el nido está vacío, sacamos el perro porque necesitamos hacer ejercicio. Los perros han sido diferentes durante los años, pero sacar al perro a pasear es una costumbre de toda la vida que, estoy segura, nos ha ahorrado miles de dólares de terapia.
    —Mis padres nunca nos dieron una mesada. Creían que los oficios de la casa eran parte de nuestra responsabilidad hacia nuestra familia. Sabiendo que nosotros también encestábamos dinero extra, tenían a la mano una caja de rompecabezas que retaban nuestra mente y recibíamos un pago por resolverlos. Esto nos estimuló como adultos a solucionar problemas y a enfrentar con éxito los retos y obstáculos de la vida.
    —Cuando éramos niños, lo llamaban «tiempo de confianza». En un principio, mamá lo llamó «tiempo de tregua», pero nosotros no entendíamos esa palabra, así que la cambiamos. Cada noche, mamá oraba con nosotros, nos contaba historias divertidas con personajes que tenían nuestros nombres y terminaba con el tiempo de confianza-tregua, en el que nosotros nos desahogábamos contando nuestros problemas del día. Mamá prometía no juzgarnos ni darnos instrucciones, aun cuando nuestras quejas fueran sobre ella. Solo escuchaba.
    Nos decía que cada mañana traía un nuevo día y nos animaba a descargar nuestra «basura» en la noche para que pudiéramos empezar frescos el día siguiente. Ahora, de adulto descargo mi «basura» ante el Señor antes de dormirme. Saco todos mis resentimientos, rencores o falta de perdón antes de que comience el nuevo día. Sé que el Señor me escucha.
    —A mi hijo pequeño no le gustaba leer ni escribir. Para estimularlo, empezamos un diario interactivo. El me escribía cartas en su diario y yo le respondía. Le dije que el diario era un lugar seguro para expresar sus pensamientos y no un libro de gramática para corregir. Nuestro diario abría la puerta a un mundo mágico de comunicación donde su habilidad para escribir mejoró con rapidez y floreció su seguridad en sí mismo.
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